Los años de vida - J.L. & W.K. Grimm - The House Of Marce

La celebridad de los hermanos Grimm, no son tanto sus importantes trabajos de filología, linguística e historia literaria como la permanente lectura, a través de las generaciones, de sus «Cuentos infantiles y del hogar».
En «Los años de vida» vemos a los animales como seres sensatos, y al hombre ridículamente descripto en su aspecto evolutivo.
"Die Lebenszeit". Jacob Ludwig y Wilhelm Karl Grimm - The House Of Marce
Los años de vida

Jacob y Wilhelm Grimm

 

 




Cuando Dios creó el mundo y quiso determinar los años de vida de todas las criaturas vino el burro y le preguntó:
-Señor, ¿Cuanto he de vivir?

-Treinta años -respondió Dios-. ¿Estas conforme?

-Oh, Señor! -repuso el burro-, es demasiado tiempo. Tened en cuenta mi penosa existencia: transportando pesadas cargas de la mañana a la noche, llevando sacos de trigo al molino para que otros se coman el pan; siendo animado y reanimado solo a golpes y patadas! Perdonadme una parte de ese tiempo tan largo!

Entonces se apiadó el señor y le concedió dieciocho años. El burro se fué ya consolado, y compareció el perro ante él.

-¿Cuanto tiempo quieres vivir? -le preguntó Dios-; al burro le parecieron demasiado treinta años pero quizá tú te conformes con ellos.

-Señor -respondio el perro-, ¿es esa vuestra voluntad? Pensad que con lo mucho que tengo que correr no aguantarán tanto tiempo mis patas; y cuando haya perdido la fuerza para ladrar y los dientes para morder, ¿que otra cosa podré hacer salvo ir gruñendo de un rincón para otro?

Dios vio que tenía razón y le otorgó doce años. Entonces vino el mono.

-Tú si que aceptarás con gusto vivir treinta años -le dijo el Señor-; no trabajarás como el burro y el perro y siempre estarás contento.

-Oh, Señor! -respondió-; eso parece, pero no es así. Si llueven gachas de mijo, no tengo cuchara. Tengo que estar haciendo siempre travesuras y muecas para hacer reír a la gente, y cuando me tiran una manzana y la muerdo, resulta que está agria.
Con cuánta frecuencia se oculta la tristeza tras la payasada! No podré soportar treinta años seguidos de vivir asi.

Dios se mostró piadoso y le concedió diez años.

Finalmente se presentó el hombre: estaba alegre, sano y fresco, y pidió a Dios que le asignara sus años.

-Treinta años habrás de vivir -dijo el Señor- ¿te bastan?

-Qué tiempo tan corto! -exclamó el hombre-.
Una vez que haya construído mi casa y que el fuego arda en mi propio hogar; una vez que los árboles que haya plantado florezcan y den fruto; cuando empiece a disfrutar alegremente de la vida..., he de morir! Oh, Señor, alargad mis años!
-Te añadiré los dieciocho años del burro -dijo Dios.

-No son suficientes -protestó el hombre.

-Tendrás también los doce del perro.

-Todavía es poco.

-Bien -dijo Dios-; todavía te daré los diez años del mono, pero no recibirás más.

El hombre se fué, aunque no se quedó satisfecho.
Así que el hombre vive setenta años. Los treinta primeros son sus años de hombre y pasan rápidamente; durante ellos vive sano, contento, trabaja con ganas y acepta su vida con alegría.
Les siguen los dieciocho del burro. Transporta entonces una carga tras otra, llevando el trigo con que otros se alimentan, y golpes, y patadas recibe como jornal por sus fieles servicios.
Luego vienen los doce años del perro; va por los rincones gruñendo y no tiene dientes para morder.
Y cuándo ya ha apurado ese tiempo, aún le quedan los diez años del mono antes de acabar. Entonces es un mentecato y un extravagante, que hace cosas graciosas y es el hazmerreír de los niños.






Los años de vida

Jacob y Wilhelm Grimm

 

 

marce@marce.itgo.com