|
La noche era oscura, impenetrable, una de esas noches que sobre el mar se pierde la noción del tiempo y del espacio. Noches sólo dibujadas magistralmente por Salgari en «El Corsario Negro». Noches en que un puñado de valientes se aventuraban a la mar con
un sentido en su vida...
Pues bien, estando un barco, de gran tamaño en altamar, lanzaba su potente luz hacia el horizonte sin encontrar respuesta. De pronto, a lo lejos se advirtió una luz, menos potente desde un punto en la inmensidad del océano.
Era tal la luz, a medida que se acercaba la embarcación, que el almirante de la nave dió órdenes a su contramaestre que enviara el siguiente mensaje:
-Favor de cambiar el rumbo de su haz de luz, nos deslumbra.
A lo que respondieron, por la misma vía:
-Lo sentimos mucho, pero no lo podemos cambiar.
El almirante, no acostumbrado a ser desobedecido, manda una nueva orden, aún más tajante:
-Cambien su luz de dirección o no respondemos, lo ordena el almirante Nelson.
Recibieron como respuesta una humilde frase:
-Sentimos mucho no poder cambiar de dirección, ya que nosotros somos un faro.
A veces somos también como el viejo que se quedó con su caña de pescar sentado a la orilla de un río y que hoy en día es una autopista...
¿Cual es el faro de usted?
Cambios en la Noche
Marina David Buzali
|